martes, marzo 15, 2011

Por una cultura libre y crítica


Llegan años de vacas flacas.

Sobrevivir a la Madre de todos los Recortes en Cultura requerirá algo más que lamentarse ante las autoridades. A partir de ahora quedará bastante claro que las pequeñas unidades de producción tendrán que buscarse la vida para sobrevivir porque los Ayuntamientos no están para alegrías y las Comunidades Autónomas y el Estado sólo mantendrán los eventos importantes y apoyarán a entidades y personalidades “demasiado grandes para caer”.

Dicho esto, empieza a ser menos importante pensar en qué gustará a las instituciones repartidoras de subvenciones y se hace forzoso pensar en el público, los públicos, las personas. Que sean ellas, unas audiencias comprometidas, quienes apoyen los proyectos que despierten su interés de forma voluntaria, no a través de los impuestos gestionados por las administraciones que raras veces garantizan imparcialidad.

Las pequeñas unidades de producción tendrán que persuadir al público, su nicho de público, su “comunidad” para que apuesten por apoyar sus iniciativas.

Crowdfunding = financiación de la multitud. Compartir la financiación de un proyecto entre todas las personas que deseen apoyarlo.

Una iniciativa a la que habría que añadir la instauración de una ley de mecenazgo que ofreciera incentivos fiscales a quienes apoyasen proyectos culturales de su libre elección. Una ley de mecenazgo para los ciudadanos, no sólo para las grandes empresas y fundaciones y para sus operaciones de propaganda y prestigio en complicidad con los poderes políticos. La sociedad civil, los ciudadanos, los usuarios y aficionados pueden contribuir a llenar el vacío que dejarán los recortes culturales de los organismos públicos controlados por los políticos. Ellos pueden ser los nuevos productores, programadores y mecenas de la actividad cultural surgida de sus cenizas.

Una democratización de la producción cultural a pesar de las "vacas flacas".

Crowdfunding, ley de mecenazgo, ingresos por taquilla, descargas por internet a precios no abusivos, diálogo directo entre creadores y consumidores a través de las redes sociales. Nuevas fórmulas para seguir existiendo.

Libertad y crítica

La cultura, las artes escénicas y audiovisuales, tienen una deuda pendiente con el ejercicio de la libertad de expresión y el espíritu crítico en sus obras creativas. La tutela de los poderes públicos ha generado un pacto tácito de no agresión. La cultura subvencionada es dócil con el poder político y no hace uso de su facultad de reflexión crítica (Brecht, Valle Inclán, Ibsen, Arthur Miller, David Mamet, etc.) para poner de relieve las taras de nuestra sociedad y transformarlas en material escénico independientemente de la forma y el género. En un momento en que nuestro país atraviesa una crisis económica, política y social de gran magnitud y el futuro se muestra incierto, es más necesario que nunca que la cultura recupere su capacidad de poner el dedo en la llaga. Pensar más en conectar con los ciudadanos que en complacer al poder establecido. Es una forma de hacerse necesario y reivindicar nuestro papel histórico como agente de desarrollo y componente fundamental de una sociedad libre y progresista.

Los recortes a la cultura

Exigir a políticos que los recortes no destruyan el tejido cultural de este país. Preferible sacrificar algunos grandes mausoleos de la cultura oficial que se han hecho insostenibles. Y, por favor, que no se construya un edificio más sin antes garantizar su sostenibilidad y mantenimiento. Va siendo hora de apoyar a las personas más que al ladrillo.

Preservar programas culturales en el ámbito educativo, y profundizar en sistemas de buenas prácticas, igualdad de oportunidades y búsqueda de la excelencia en el reparto de las ayudas públicas a la cultura que se puedan mantener siguiendo criterios de austeridad y fomento de la calidad.

Transparencia y cuentas claras

Nuestros gobernantes hacen alusión a las “dificultades presupuestarias, la necesidad de recortes en época de vacas flacas, la complejidad de la situación económica”. Basta ya de eufemismos. Que salgan a la palestra y digan lo que hay. ¿Qué dinero hay para la cultura y cómo se va a gastar? Y que lo hagan antes de las elecciones a ser posible. Tarde o temprano llegará el momento de rendir cuentas. Está visto que la opacidad no es rentable.

Llegan tiempos distintos. Tiempos duros. Habrá que reinventar muchas cosas y crear nuevos modelos de funcionamiento. Ahora sí que sólo dependemos de nosotros mismos.

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