lunes, abril 11, 2011

De lo que en España no hay


Ha muerto Sidney Lumet y con él, afortunadamente para los amantes del cine, no desaparece una escuela. Sin Lumet no se entienden series como The Wire, Los Soprano, Breaking Bad y alguna otra. Desde Doce Hombres sin Piedad hasta Antes que el diablo sepa que has muerto, pasando por Príncipe de la Ciudad, su legado cinematográfico y televisivo nos deja joyas de un cine crudo y tremendamente crítico con las miserias del poder que, desgraciadamente, en nuestro país no tiene émulos. Es nuestra gran laguna. Lumet, desde su años televisivos, y con compañeros de generación como John Frankenheimer, Robert Mulligan y Franklin Schaffner, vertió su mirada sobre los temas considerados "difíciles", desarrollando un estilo capaz de adentrarse en lo más profundo de sus personajes y narrar con seca autenticidad y vibrante atmósfera las historias con las que retrató su sociedad. Sin contemplaciones. Desgarradoras como en Daniel, implacables como en La Colina y redentoras como en El Veredicto. Dejó un libro-regalo para los aficionados al cine con "Así se hacen las películas". En el obituario audiovisual del New York Times, preguntado por cómo quería ser recordado, Lumet contestó que le importaba un carajo. Que no creía en la capacidad del cine de influir en la sociedad o en las personas. Ahí se equivocó. Somos muchos los que hemos recogido inspiración de su obra y, tras ver algunas de sus películas, hemos reforzado nuestra conciencia ciudadana. Descanse en paz y muchas gracias, Sidney.

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