miércoles, noviembre 16, 2016

Ya hemos parido. Tras el estreno de "La Torre"


Se sabe que el teatro es efímero. Toda representación es única e irrepetible y los estrenos, más porque es el momento en que se comparece por vez primera ante el pelotón de fusilamiento. Al menos, así es como me siento cada vez que estreno, un trámite de obligado cumplimiento al que se suele asistir acompañado de amigos y familiares en el patio de butacas. A veces, ellos son los críticos más acérrimos, pero también es cierto que hacen de paño de lágrimas o admiradores entusiastas, según sea el caso. Anoche, "La Torre", escrita por quien firma, dirigida por Jorge Moraga y protagonizada por Quino Díez y Cándido Gómez, se puso de largo en el Teatro López de Ayala de Badajoz. Pasamos la prueba, lo cual no es moco de pavo. Ya sabemos que la perfección no existe, sobre todo para los perfeccionistas que conforman el equipo de Aran Dramática en este proyecto, pero la sensación generalizada tras los saludos ante el público, finalizada la representación, era una mezcla de satisfacción y alivio sin dejar de mantener el estado de alerta.

"Nos salió mejor en Villanueva", comentaban los actores, cerveza en mano, en El Aldeano, el mesón situado junto a la zona de carga-descarga del López. Se referían al preestreno del pasado viernes. "Pues, a mí me gustó más esta noche que en Villanueva", apuntaba un espectador-amigo que repetía función sin que nadie le hubiera obligado. Una espectadora irradia cara de satisfacción: "A mí me ha gustado mucho la luz y el efecto final es buenísimo". "Bueno, al menos la iluminación está bien, me alegro por Javi Mata", piensa el autor mientras agradece el comentario. "Sentimientos encontrados", concluía el novel director Jorge Moraga que, por fin, se quita el lastre de la presión de encima y puede ahora dedicarse a pulir detalles sin distracciones. "Tengo que cortar y modificar algunos diálogos demasiado cargados de información. Hay que aligerar", le comentaba el autor al joven director. "Tranquilo, vamos a rodarla en los próximos bolos. Te vienes al último y ya decidimos", le tranquiliza el joven pupilo-director de escena. 



Y, así sucesivamente. El autor tiene la costumbre de consultar a compañeros de profesión de los que se fía, sana costumbre fiarse de los compañeros de profesión, tras todo estreno. "Así, sin anestesia. Dime, qué te ha parecido", le pregunta a José Vicente Moirón, acosándolo contra la fachada del teatro. "Está muy bien, Eugenio. Sólo dos cositas, algunos parlamentos son demasiado explicativos y, a veces, los actores están demasiado estáticos, pero me ha gustado mucho. El texto es buenísimo y la dirección de Jorge, 'chapeau'", concluye Jose, amablemente. Miguel Murillo, autor-director del Teatro López de Ayala y compañero en muchas lides, se extiende en comentarios laudatorios y nos proporciona a autor, director y actores sabios consejos para mejorar el montaje "al que auguro larga vida", afirma. Las piezas van encajando. Empezamos la siguiente fase gracias a los bolos de la Diputación de Badajoz y los aprovecharemos para rodar la obra, corregir fallos y hacerla crecer. Es la ley del teatro y a ella nos debemos.

Finalmente, es un orgullo haber introducido en el panorama teatral extremeño y nacional a un nuevo director de escena. Jorge Moraga, lleva ya varias peripecias teatrales con nosotros en calidad de ayudante de dirección. Ha aceptado un reto difícil para iniciarse como director. Gracias a él, "La Torre" brilla, se hace creíble y nos descubre "un universo potente que provoca sensaciones en el espectador", en palabras de Murillo. Era el objetivo y Jorge lo ha cumplido con matrícula de honor. Quino y Candi, los dos veteranos que mantienen la obra viva durante su hora y cuarto de duración, la defienden con honestidad y talento. Gracias a todos y todas. La maquinaria que forma todo el equipo de "La Torre" ha funcionado de manera óptima y estoy seguro que programadores y público nos recompensarán.

Eugenio Amaya



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