viernes, agosto 15, 2014

Tras el estreno de "Coriolano"



Por fin llegó el parto. Hemos aterrizado en el Teatro Romano, santuario del Festival de Teatro Clásico de Mérida, con nuestra propuesta "Coriolano" de Shakespeare, magníficamente versionada por Fermín Cabal. El reto era tremendamente arriesgado. No se trataba de colocar un entarimado en el centro del escenario, arropado con dos enormes torres de altavoces a cada lado de la que se desprende un sonido atronador y uniforme, y fingir que el monumento no existe. Cada vez que Aran Dramática ha pisado el escenario del Romano se ha propuesto jugar como niños con las peculiares características del marco incomparable. Esto constituye un desafío y, cuando por lógicas necesidades de programación, dispones de dos días y tres noches para montar todo el chiringuito, te sitúas en el filo de la navaja. 

Nuestros ensayos en el IFEME de Mérida nos prepararon para que los actores empezaran a acostumbrarse a las dimensiones del escenario real, pero otra cosa es cuando llegas ahí, lo pisas y te encuentras con la orchestra de verdad, con la estupenda escalera del diseño de Claudio Martín y la realización de Talleres El Molino, con los hombros a cada extremo del escenario de diez metros cada uno. El objetivo es hacer tuyo el espacio, fluir, hacer crecer la intensidad de las interpretaciones, armonizar las transiciones entre escena y escena para que el ritmo narrativo no se detenga, conseguir la atmósfera lumínica y sonora que nos proponíamos...y llegar al estreno de la mejor manera posible.

Y surgen los imponderables, ese regalito (los duendes) a los que quienes nos dedicamos a este noble oficio, tememos como a la peste. El ensayo general se convierte en una pesadilla. Momentos de angustia cuando surgen los "problemas del directo" y, entre todos, el paciente y admirable diseñador de iluminación Kiko Planas, el excelente diseñador de sonido, Koke Rodríguez y el director técnico Javi Mata que nunca pierde los nervios, intentan poner orden en el caos. Agradecimientos al personal técnico del Festival que arrimó el hombro como el que más, codo con codo con nuestros técnicos-diseñadores. 

Llegamos a la noche del estreno. Gran expectación. Seguimos ensayando escenas para adaptarlas al espacio ante la mirada atenta de los turistas que visitan el monumento. El gran Antonio Gil y sus entregados plebeyos, miembros de la Asociación Emerita Antiqua, el estoico Jon Bermúdez y sus fieros soldados romanos y volscos de la mencionada Asociación, los actores implicados en las escenas grupales, repasan una y otra vez los movimientos en el espacio, el timing de entradas y salidas, los matices interpretativos, las coreografías de lucha y protesta plebeya...El abnegado ayudante de dirección, Jorge Moraga, reparte notas a los actores y, en camerinos, el equipo de sastrería (Luisi y Lali), liderados por la estupenda diseñadora de vestuario, Cecilia Molano, rematan frenéticamente los últimos detalles. Pepa Casado, responsable de caracterización y maquillaje, y su equipo, Isa y Pili, trabajan contra reloj porque los actores tienen que atender a las necesidades del equipo de dirección y esto retrasa el proceso. El escenógrafo Claudio Martín y los responsables de Escenografías El Molino trabajan simultáneamente, sin estorbar a los demás, para dar los últimos toques al espacio escénico. Manuela Vázquez, la brillante productora ejecutiva y su fiel y eficaz escudero, Mercedes Barrientos, atienden a una inmensidad de necesidades de todo tipo. Nos avisan que van a dar entrada al público. Alea jacta est. 



Lo sacamos adelante. Todo el mundo echa el resto. Los actores se crecen ante el público, los miembros de Emerita Antiqua lo dejan todo en el escenario, la historia avanza, el público aplaude tras cada escena...hemos salido airosos. 

El desafío era enorme. Hemos querido rendir un homenaje al Teatro Romano y el marco incomparable ha sido benigno con nosotros. Gracias a todo el equipo de "Coriolano". Me siento orgulloso de todos y cada uno de vosotros.

Eugenio Amaya

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