viernes, abril 02, 2021

Treinta años no es nada: "Estrellas en la madrugada"

 

Asomaba la década de los 90 y, al igual que ahora, los tiempos no eran propicios para los espíritus vocacionales en el sector de las artes escénicas. Maria Luisa Borruel y quien firma navegábamos en la incertidumbre, buscándonos la vida en Madrid para dar rienda suelta a nuestra creatividad: castings, participaciones esporádicas en montajes teatrales, películas, una que otra serie de TV y, en mi caso, al igual que Max Estrella, “acanallándome, perpetrando traducciones” para pagar las facturas. Eso, tras mi paso por el Centro Dramático Nacional y el Teatro Español a las órdenes de Jose Luis Gómez, gloriosa época de aprendizaje y sometimiento a las leyes del teatro oficial en ciernes. Y surgieron la idea y el atrevimiento: montar nuestra propia productora teatral para expresar nuestra visión de las cosas sin depender de nadie o casi nadie. Lanzarse al barro, como quien dice.

La revista británica Time Out que se podía comprar en la librería Crisol o algún que otro VIPs, hablaba de un espectáculo de la compañía Maly teatr de San Petersburgo, dirigida por Lev Dodin, que había impactado en Londres, “Stars in the morning sky” del autor de moda de la perestroika, Alexander Galin. Trataba de cómo en la URSS se había marginado a las prostitutas moscovitas durante los JJOO de la capital anfitriona para ofrecer al mundo una imagen limpia y sana de la sociedad soviética. Con los juegos olímpicos de Barcelona a la vuelta de la esquina, se nos ocurrió que el tema era pertinente. Manos a la obra en una época en que Internet solo estaba reservado para los servicios de inteligencia y había que tirar del correo postal de toda la vida y las llamadas telefónicas a larga distancia.


Lo primero, hacerse con una traducción del texto y los derechos de la obra. Lo segundo, crear el equipo técnico-artístico tirando de los contactos cercanos y lo tercero, buscar la financiación en las procelosas aguas de las ayudas institucionales. Y aquí empieza la aventura. Contacto epistolar y telefónico con Vladimir Kravtsov, funcionario de la VAAP (la SGAE soviética), persona amable y campechana que había aprendido su castellano elegante en Cuba. Me comenta que la VAAP enviará una delegación de 
teatristas soviéticos a un encuentro de confraternización con la SGAE y que seria una excelente oportunidad para facilitar, libre de coste, un viaje de Galin y él, su intérprete, a España. Para ello, él se las arreglará para sustituir a uno de los autores soviéticos invitados, por Galin que no estaba incluido en la lista preliminar.

Mientras tanto, Maria Luisa Borruel, se sube al Talgo de los de antes y emprende camino hacia su tierra de origen, Badajoz, para sondear apoyos posibles en la incipiente Junta de Extremadura. Impagable colaboración y apoyo logistico de Jose Manuel Villafaina, amigo de la familia y prócer del teatro extremeño en construcción. Otro contacto familiar acerca a María Luisa al presidente de la Junta, Juan Carlos Rodriguez Ibarra, que se muestra receptivo y facilita las cosas. Surge la posibilidad de, aprovechando el viaje de Galin a España, organizar un taller de escritura dramática para autores noveles. Villafaina sugiere que el lugar ideal es el Castillo de Alburquerque y se encarga de que se faciliten los permisos y que la infraestructura disponible se ponga al servicio del proyecto. Asistentes al curso: Juan Mayorga, Antonio Onetti, Alfonso Plou, Alfonso Zurro y Maxi Rodriguez, entre otros y otras. Todes, alucinados con las instalaciones y la cuota testimonial para acceder al seminario. Además, Villafaina aprovecha la jugada para organizar el Primer Encuentro de Autores Noveles de España en el que los participantes exponían sus cuitas y anhelos con visita de cortesía de las tres M extremeñas (Manuel Martinez Mediero, Miguel Murillo y Jorge Marquez) incluida.

Foto: Ernesto Merino

En Madrid, recibo llamada de Vladimir diciéndome que no ha conseguido plazas en el vuelo de Aeroflot previsto y que viajarán en el siguiente. El coordinador del evento de la SGAE se lleva las manos a la cabeza: “Joder, con el retraso, ¡que hemos encargado la mariscada a Galicia! Nos ha costado un millón de pesetas del ala.” Son los contratiempos de la vida. De momento, toca centrarse en la formación del equipo técnico-artístico. El primero, el adaptador del texto: Fermín Cabal, autor de “Caballito del Diablo”, obra que se representó con gran éxito de crítica y público en el Círculo de Bellas Artes y en el que Maria Luisa fue protagonista destacada. La dirección de escena correría a cargo de Angel Ruggiero, director de “Caballito del Diablo” y fundador de La Cuarta Pared, entonces laboratorio de creación e investigación. Escenografía, a cargo de Helena S. Kriukova, de ascendencia rusa-rumana con una formación exhaustiva y una imaginación desbordante que luego tuvo oportunidad de demostrar en trabajos subsiguientes con Aran Dramática. Iluminación, David Álvarez. Vestuario, Belén Galayo, artista cacereña. Música, Juan Carlos Fernandez y producción ejecutiva en mis manos inexpertas, asesorado por Joaquín Vida. El reparto: Maria Luisa Borruel, Isabel Ordaz, Ángel Alcázar, Ana Saez, Inma Barrionuevo, Carlos Kaniowsky y Asun Díaz. Muchas bocas que alimentar. Había que echar el resto y la principal herramienta para captar el interés de los organismos subvencionadores y programadores potenciales era la promoción en los medios de comunicación de tirada nacional, territorio inalcanzable para los advenedizos sin contactos.

Se me ocurre encargar, por teléfono, a Vladimir fotos de prostitutas moscovitas, tanto en los vestíbulos de los hoteles de lujo que frecuentaban a la caza de clientela como en los centros de detención. Vladimir tiene un amigo fotógrafo en la agencia estatal de noticias, Novosti, quien, por una suma módica en dólares, está dispuesto a jugársela. Eran tiempos de perestroika, pero el aparato soviético de seguridad seguía funcionando a pleno rendimiento.

La idea era que, aprovechando el viaje de Galin a Madrid, éste escribiera un texto que aprovechara el impacto de las fotos para contar cómo escribió la obra y, de paso, hacer publicidad al proyecto en su conjunto. Helena y su pareja, Vicente Cazcarra (eminentes traductores de literatura rusa contemporánea para la Editorial Cátedra), traducirían el texto del ruso al castellano a toda prisa y luego intentaríamos vender el reportaje a alguno de los periódicos de tirada nacional. Necesitaba las fotos cuanto antes.

Una noche, llamada desde Moscú. Vladimir, desde el teléfono colectivo de su domicilio: “Eugenio, en el próximo vuelo de Aeroflot, llega una señora rubia que responde al nombre de X y que vestirá un abrigo de piel de camello con una carpeta roja en su mano derecha. Tu te acercas y le das la bienvenida a España, le preguntas si el vuelo ha sido bueno y ella te contestará que se le hizo corto. Luego te entregará la carpeta con el material. Suerte y mucha salud, hermano.” Días después, se hace la entrega en Barajas, zona vigilada por los servicios de inteligencia de medio mundo y, también, he sabido después, por Villarejo que, en aquel entonces, hacía sus pinitos en espionaje husmeando en las instalaciones aereoportuarias. Un contactillo en los medios, sí teníamos: Juana Vera, pareja de nuestro amigo Alberto Teira -director de cortometrajes premiados en festivales de cine y protagonizados por Maria Luisa- que trabajaba en la redacción de El Mundo.


Por fin, llega el gran día del Encuentro de Confraternización de autores soviéticos y españoles organizado por la SGAE en colaboración con la VAAP. Galin resulta ser un jovial e incisivo personaje, excéntrico y juguetón. Durante las charlas en la sede de la SGAE y, asegurándose de que nadie le está mirando, parodia con morisquetas y expresión de hacerse el dormido las sesudas disquisiciones de los dramaturgos consagrados. Luego, al hotelazo de la Plaza de Colón sufragado por la SGAE, a escribir el artículo. Helena y Vicente esperan el texto en su residencia de Lavapiés para traducirlo a toda velocidad y Juana Vera espera, a su vez, el pack completo para someterlo a la consideración del jefe máximo de El Mundo, Pedro J. Ramirez.

Yo escribí mi obra Estrellas en la madrugada” en 1982, pero no apareció hasta 1985. No quería referirme en ella a las prostitutas soviéticas. ¡Queria hablar de la mujer! ¡Queria hablar del amor y la libertad! Quería contar cosas de esas gentes a las que el gran Dostoievski llamó 'humillados y ofendidos' y Victor Hugo, 'miserables'. Gentes que, al igual que nosotros, sienten el dolor y la desesperación; gente que, como nosotros, confían y esperan. No podía estar de acuerdo con el hecho de que hubiese personas a quienes se podía barrer de la calle lo mismo que la basura...¿Por qué en la fiesta de los hombres y mujeres más bellos y fuertes del planeta no hay sitio para los 'humillados y ofendidos'?...Nos hemos acostumbrado a buscar lo que nos separa. Esto es fácil hacerlo: lo único que se precisa para ello es endurecerse. Mucho más difícil resulta abrirse los unos a los otros. Yo me siento feliz de hacerlo y de que pueda ahora ser oído.”


La verdad es que Galin se tomó el encargo en serio. Un texto crudo, reflexivo y esperanzador. Todavía recuerdo el trasiego desde el hotel, en metro, a la Plaza de Lavapiés, la entrega del texto manuscrito a Helena y Vicente y la espera, haciendo cuentas, calculando los honorarios de todos los implicados en el reportaje y planificando la producción, en el Café Barbieri, con la carpeta roja de las fotos encima de la mesa. La traducción result
ó ser impecable, muy apta para ser publicada. Defendía el espíritu de nuestro proyecto, lejos del sensacionalismo frívolo en el que se podría incurrir, dada la temática. De Lavapiés, en metro, a la sede de El Mundo en la calle Pradillo. Leyendo la traducción y cruzando los dedos. Resumiendo: a las pocas horas, recibo una llamada de Juana Vera: “Eugenio, a Pedro J. le ha encantado. Será portada del suplemento “7 Dias” (hoy “Crónica”). ¿Has calculado cuánto vale?” Mencioné la suma calculada en el Barbieri y aguanté la respiración. Juana: “Yo creo que cuela. Te llamo”. Igual me quedé corto, pensé para mis adentros. No tenía referencias ni a quién pedirlas. Al rato, nueva llamada de Juana: “Se publica este fin de semana”. El extenso reportaje no solo dio promoción al proyecto, sino que atrajo la atención del resto de los medios, teles y radios incluidas. “El Pais”, “Ya”, “ABC”, “El Independiente”, “El Sol”, “Telemadrid”, “Cadena Ser”, agencias de noticias, Galin hasta en la sopa y “Estrellas en la Madrugada” capaz de encontrar un hueco en la cartelera madrileña: el Centro Cultural Galileo (hoy, Teatro Galileo).


En Extremadura, el interés del presidente Rodriguez Ibarra y el 
lobbying de Villafaina en las altas instancias nos aseguraron, siguiendo los trámites preceptivos y dentro de la legalidad, el apoyo económico de la Consejería de Cultura, a pesar de, todo hay que decirlo, las reticencias de algunos responsables culturales enquistados en la administración que percibían nuestra iniciativa como una injerencia en el estado de las cosas. A continuación y, gracias a una recomendación de la Consejería de Cultura, nos recibe en su despacho Ana Anton Pacheco, subdirectora del departamento dramático del INAEM, que simpatiza con nuestra iniciativa tras entrega de una copia de los dossieres de prensa y del proyecto, éste ultimo diseñado por nuestro amigo americano, Denis Long. El resto es historia. Ensayos, burocracia en Hacienda y la Seguridad Social (régimen de toreros y artistas), asesorados por Javier Puyol en su despacho del teatro Infanta Isabel, estreno en Madrid, representaciones en Extremadura y una pequeña gira nacional.

María Luisa Borruel brilló en su papel de prostituta alcohólica, un juguete roto como suele decirse que permanecía tumbada bajo una manta sobre un decrépito camastro, invisible al público durante los primeros quince minutos de la obra. Luego emergía para desplegar una interpretación fascinante que aplaudió, emocionando, el propio Galin. 

Ese fue nuestro despegue. Algunos de los protagonistas de esta historia ya no están con nosotros (Angel Ruggiero, Ana Sáez, Ángel Alcázar, Vicente Cazcarra), todos buenas personas y comprometidos con la andadura de “Estrellas en la Madrugada”. Maria Luisa y yo, al igual que Galin, parafraseando a Rafael Torres en su articulo de El Mundo que acompañaba nuestro reportaje, nos empeñamos en “ser arquitectos de nuestro propio destino e inventarnos una senda por la que no habíamos transitado, acompañados de una sola arma: la voluntad.” Y aquí seguimos.

Eugenio Amaya

Aran Dramatica


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