sábado, abril 10, 2021

"Si viniera la Niebla (Operativo 92)" - "Escaramuzas"

Tras nuestro despegue con "Estrellas en la Madrugada" y, al recibir apoyo de la Junta de Extremadura, lo lógico y razonable era trasladarse a Badajoz, la ciudad natal de María Luisa Borruel, cofundadora de Aran Dramática, y trabajar desde aquí contando con los artistas autóctonos de las artes escénicas. Y, también, disfrutando del apoyo de la "Agrupación Cultural El Chozo", formada por las tres hermanas de María Luisa, sus cónyuges y allegados, que se desvivieron para hacer de nuestro aterrizaje en la capital pacense, lo más llevadero posible, poniendo a nuestra disposición su arsenal logístico y todo el cariño del mundo.


José Manuel Villafaina, a la sazón director del Centro Dramático de Extremadura, nos hizo llegar un texto de Miguel Murillo que entretejía tres historias en torno a los fastos de la Expo 92 en Sevilla, santuario de nuestra picaresca nacional desde tiempos inmemoriales. Rememora Murillo: "Entonces, vísperas del año mágico 1992, todo estaba haciéndose y por hacer. Eugenio Amaya y Marili Borruel, Aran Dramática, siguiendo la coherente dirección que su empresa teatral había tomado con gran éxito, la prueba fue 'Estrellas en la madrugada', decidieron analizar el presente y anticipar el futuro. Hablamos mucho tiempo y nació 'Operativo 92' que tras un entusiasta encuentro porque la frase 'Si viniera la Niebla' les había encantado, pasó a tener como título 'Si viniera la Niebla - Operativo 92'.  ¿Quién nos iba a decir que aquellos tejemanejes, aquellas sinvergonzadas y corruptelas de directivos, ejecutivos y encargados de la Expo de Sevilla, aquel desprecio de despotismo 'no ilustrado' que dejaba de lado al pueblo para sacarle brillo al dichoso año costase lo que costase, y que contábamos en escena un año antes de inaugurarse el evento, se hicieran realidad al poco de cortarse la cinta inaugural y seguirían creciendo hasta nuestros días? Por anticiparnos llegamos a contar cómo un pabellón desaparecía por el fuego, ¿intencionado?, y desapareció un año después. No creo que el pirómano, si lo hubo, viese la obra."


La obra de Murillo, como decíamos, hilvanaba tres historias, aparentemente sin relación entre ellas, en las que un par de ejecutivos de la organización de la Expo en contacto a través de videoconferencia con su superior inmediato, intentaban sacar adelante el macroproyecto propagandístico contra viento y marea. Simultáneamente, dos drogadictos, expulsados de la zona noble de la ciudad, esperaban ansiosamente a la novia de uno de ellos llamada Niebla, a su vez la hija de un matrimonio obrero cuyo domicilio en un barrio popular era invadido por la línea del AVE. Humor tragicómico-poético de Murillo en la década que nacía, los noventa, y que traería tantos titulares en torno al fenómeno, hoy tan trillado, de la corrupción político-económica.


El reparto: María Luisa Borruel, José Vicente Moirón, Beli Cienfuegos, Paco Espada, Luis Molina y dos actores invitados desde nuestros días en Madrid, Fernando Cano y Vicente Ayala. Contamos también con la generosa participación de Juan Luis Galiardo al que grabamos sus intervenciones en Madrid supervisadas por nuestro coordinador técnico, Alberto Teira. En cuanto al espacio escénico, Murillo nos recomendó a un imaginativo diseñador polivalente de Llerena, Claudio Martín con quien seguimos colaborando en la actualidad. La iluminación, nuevamente a cargo de David Álvarez y en la ayudantía de dirección Villafaina nos facilitó el contacto de un precoz talento del teatro emeritense, Juan Carlos Tirado. María del Carmen Ramírez (nuestra recordada Conchita) nos ayudó con la producción ejecutiva. La dirección de escena, por cuenta de quien firma. Los ensayos tuvieron lugar en la Residencia Universitaria Hernán Cortés donde desarrollamos gran parte de nuestra trayectoria, siempre bien acogidos y con toda clase de facilidades para desarrollar nuestra labor.


Lo que más recordamos de esta peripecia son los días de montaje y estreno oficial en el Teatro Principal de Villafranca de los Barros. Todo fue sobre ruedas gracias al espíritu colaborativo de las autoridades culturales locales y a Juanfran e Isabel Díaz Gallardo de Radio Villafranca que, con fino esmero y una amabilidad como si nos conociéramos de toda la vida se las arreglaron para promocionar y acoger nuestra prueba de fuego apaciguando nuestros nervios (Isabel que, hasta tuvo el detalle de coserme un botón en un lugar poco decoroso de mi vestimenta minutos antes de subir el telón) e, incluso, participando en el espectáculo grabando un texto de Murillo con irónico tono institucional que arrancaba la obra (Juanfran). 


Sentado en la última fila del patio de butacas, disfrutaba yo de la fluidez de la representación, el convincente y entregado trabajo del reparto, la plasticidad de la función (el ensayo general había ido estupendamente, mal presagio he aprendido después) cuando, de pronto, surgió lo inesperado en el apartado técnico. La imagen de Juan Luis Galiardo en el videomuro no arrancaba. Desde la distancia, miraba aterrorizado las intentonas fallidas del equipo técnico intentando resolver el problema. Y pasaban los segundos. Nada. El público, entre desorientado y expectante. Los actores morcilleando a la espera de que se produjera un milagro. Presa del pánico, abandoné el patio de butacas y me dirigí a toda velocidad hacia el escenario irrumpiendo como pollo sin cabeza para apaciguar a los espectadores. En el momento en que piso la escena balbuceando unas palabras de disculpa, se activa la proyección de Galiardo y la función prosigue con normalidad mientras intento hacerme invisible y retirarme con la mayor dignidad posible hacia mi reducto en el patio de butacas. Ni en mis peores pesadillas. Todavía hay gente que me recuerda el instante en tono burlón y condescendiente. No me ha vuelto a ocurrir nada parecido, gracias a Dios.


Luego vino una gira por la Red de Teatros de Extremadura de las de antes y un fin de semana representando la obra en la Sala Imperdible de Sevilla donde ésta cobró todo su sentido. El texto de Murillo se anticipaba a los hechos y los personajes y situaciones resultaron fácilmente reconocibles para el público hispalense que nos brindó ovaciones de esas que reconfortan y hacen olvidar sinsabores. "Si viniera la Niebla - Operativo 92" fue nuestro primer encuentro con el talento extremeño. Desde entonces nos hemos sentido siempre como en casa, orgullosos de aportar al desarrollo teatral de Extremadura, convencidos de que la perfección es inalcanzable, pero se disfruta mucho intentando crecer y mejorar. Y aquí seguimos.


Todas las fotos son de Santy Rodríguez.

Escaramuzas

Tras "Si viniera la Niebla - Operativo 92", optamos por una obra de cámara: "Escaramuzas", de la británica Catherine Hayes. La protagonizaron María Luisa Borruel y Beli Cienfuegos. Narra la relación de dos hermanas ante el lecho de muerte de su madre. Tema arquetípico, encuentro existencial entre dos hijas, la cuidadora y la que se fue de casa, que ajustan cuentas en el instante definitivo. 


El equipo artístico estuvo compuesto por Paco Espada (ayudante de dirección), David Álvarez (iluminación), María del Carmen Ramírez (producción ejecutiva) y la música de Volker Kirberg. El diseño del cartel fue obra de Gene García, en su vertiente de artista gráfico. 


De nuestro paso por la Sala Triángulo de Madrid (hoy, Teatro del Barrio), recuerdo la figura solitaria de una mujer, sentada en primera fila que permaneció inmóvil tras la función, una vez que los espectadores hubieran abandonado el patio de butacas. Al acercarme, secándose una lágrima furtiva, me dijo: "Es la primera vez en años que me siento en paz conmigo misma. Yo fui la que se quedó." El teatro también sirve para esto. Nos redime.

Eugenio Amaya



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