Ya a finales de la década de los 90, la epidemia de malos tratos a la mujer y asesinatos de mujeres a manos de parejas y ex-parejas, se extendía por el territorio nacional como una mancha vergonzante que nos espeluznaba a todos y todas. Sobre todo, surgió la necesidad de reflexionar sobre las causas históricas, sociales y culturales de esa impunidad violenta que convertía a la mujer en objeto de odio y venganza. Decidimos que el lenguaje teatral podría pronunciarse al respecto de alguna manera y así surgió la idea de "El Museo de la Mujer". Teatro militante con influencias brechtianas, a la antigua usanza.
Nos sumergimos en una intensa labor de investigación, tanto bibliográfica como a través de entrevistas con víctimas de malos tratos y con una abogada de mujeres maltratadas, Silvana González-Espada, asesorándonos generosa y diligentemente a lo largo de todo el proceso de creación facilitándonos documentación y contactos. Descargamos gran parte del material en manos de Miguel Murillo que volvió a colaborar con nosotros escribiendo escenas que seguían la trayectoria de una mujer maltratada desde que presenta denuncia hasta que recala en un Centro de Acogida pasando por un juicio kafkiano en la que la protagonista no era capaz de discernir si había salido ganando o perdiendo. Al final, su ex pareja la viola y la mata...Todo basado en testimonios reales y visitas a los lugares que escenificaríamos a continuación.
El objetivo dramatúrgico era entrelazar la peripecia de la mujer maltratada con escenas extraídas de la ingente documentación histórica y filosófica. Convertir en teatro una reflexión sobre lo leído, sin ánimo de resultar exhaustivo ni excesivamente didáctico. El reto era ofrecer al público un punto de vista que le ayudara a dotarlo de perspectiva sobre el fenómeno de los malos tratos situándolo, como hemos dicho, en su contexto histórico, social y cultural.
El reparto lo configuraron Memé Tabares, Ana Trinidad, Beli Cienfuegos, Marisol López y Paqui Gallardo. Se entregaron sin remilgos a la propuesta y, gracias a su dedicación, profesionalidad, sentido del juego escénico y talento, pudimos montar la obra en tiempo récord. El equipo técnico-artístico no se quedó atrás en cuanto a compromiso con el proyecto. Javi Mata (iluminación); Pepa Casado (caracterización); Jesús Penco (diseño de vestuario. Lo recordamos siempre con una sonrisa que iba a la par con su entrega); Mariano Lozano (composición musical y diseño de sonido); Luisi Penco e Isabel Gama (realización de vestuario. Nunca estaremos suficientemente agradecidos a Luisi que ha colaborado con nosotros más allá de la eficacia en muchos de nuestros espectáculos, incluidos los del Festival de Mérida); Tony Martín (ayudante de dirección, siempre entregada a la tarea); Manuela Vázquez y María Luisa Borruel en producción y quien firma al pie de este artículo, dirección y dramaturgia.
Capítulo aparte merece nuestro amigo y vecino, Luis Costillo, responsable del cartel y escenografía. Luis era una figura artística inclasificable. Su talento se desplegaba a través de su obra pictórica (incluidos sus geniales collages), sus performances, sus instalaciones y su forma de estar en el mundo. Con una sensibilidad meticulosa disfrazada de socarronería, Luis se tomó muy en serio nuestro ofrecimiento de crear el espacio escénico de "El Museo de la Mujer". Recurrió a somieres y planchas metálicas para construir un fondo de escena que podría significar cualquier cosa, pero al que unos maniquíes desmembrados encontrados en una sala en desuso del Teatro López de Ayala y que colgó de varias varas, dotaban a la escena de una atmósfera inquietante a la que Javi Mata supo sacarle todo el partido expresivo.
Colaborar con Luis fue un privilegio artístico. Te llevaba a su terreno sin ínfulas ni aspavientos, adaptándose laboriosamente a las exigencias del género teatral, enriqueciendo el atrezo con sus detalles cromáticos y susurrando (nunca levantaba la voz) sus observaciones y recomendaciones. Has dejado un gran vacío, vecino, tanto en nuestra calle como en el panorama cultural extremeño.
Una curiosa aportación fue la canción original de Eduardo Carrasco, Nacho Escolar y Marta Peirano, entonces miembros del grupo pop Meteosat, que las actrices interpretaban hacia el final del espectáculo con una sencilla y vistosa coreografía de Cristina D. Silveira. El espectáculo recorrió varios teatros y Casas de la Cultura de la Red Extremeña de Teatros gracias al patrocinio de la Dirección General de la Mujer de la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura.
El espectáculo resultaba estremecedor, incómodo, crudo y divertido, sazonado con brochazos de humor negro, melancólico en un pasaje en que Beli Cienfuegos interpretaba a capela una canción sobre la trampa del amor romántico y desafiante en una arenga final de las actrices al público en la que preguntaban: "¿Cuantos maltratadores hay aquí esta noche?" Escribió Diana Carmen Cortés en El Periódico de Extremadura: "La interpretación de cinco estupendas actrices influyen en el buen resultado del montaje...(ellas) llenan la escena, la colman de sobriedad y humor en sus distintos roles, resolviendo con bríos y convicción sus desdoblamientos tanto femeninos como masculinos...Destaca el espacio escénico creado por Luis Costillo, potenciando la idea del oscurantismo a que ha sido sometida la mujer en todas las épocas y logrando belleza pictórica en cada uno de los cuadros del espectáculo."
"El Museo de la Mujer" cerraba nuestra primera década de actividad teatral. Una década intensa que, vista desde hoy, se maravilla uno de la prolífica energía que desplegamos para sacar adelante proyectos tan variopintos y, a la vez, muestrario de inquietudes relacionadas con el mundo y la sociedad de la que formábamos parte. El hilo conductor era ofrecer al público entretenimiento, emociones y materia de reflexión. Sin caer en la autocomplacencia, creo que no lo hicimos mal.
Eugenio Amaya
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