sábado, mayo 22, 2021

"Medea": regreso al Teatro Romano de Mérida

 No hay una sin dos. Al año siguiente de nuestro bautismo de fuego en el Festival de Teatro Clásico de Mérida con "Electra", regresamos al Teatro Romano con "Medea", una coproducción de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, Aran Dramática y Karlik Danza-Teatro. La versión, basada en los textos de Eurípides y Séneca, corrió nuevamente a cargo de Fermín Cabal. El concepto de puesta en escena iba a variar radicalmente respecto a nuestra anterior incursión en el Festival. 


Un buen día, a principios de la década de los 90, tuvimos la fortuna de asistir a una representación en el Centro Cultural de la Villa de Madrid (hoy Fernán Gómez) de "Malasangre" de la compañía franco-chilena Teatro del Silencio, dirigida por Mauricio Celedón. María Luisa Borruel y quien firma estas líneas quedamos tan fascinados con el espectáculo que, una vez terminada la representación y desde un teléfono del centro cultural, llamamos a José Manuel Villafaina, entonces director del Centro Dramático de Extremadura y del Festival de Teatro Contemporáneo de Badajoz y le contamos lo que habíamos visto. "¡Contrátalos!", contestó Villafaina. Recabamos las exigencias técnicas y económicas de la distribuidora del montaje, Carmen Romero (hoy directora de la Fundación Teatro a Mil de Chile) y se llegó inmediatamente a un acuerdo para que "Malasangre" se representara en Badajoz. 


Las dos representaciones tuvieron lugar en el Pabellón Polideportivo Hernán Cortés de Badajoz junto a la Residencia Universitaria del mismo nombre que, bajo la dirección de Emilio Vázquez, seguía dando apoyo logístico a nuestras iniciativas y proporcionó alojamiento en sus instalaciones a la numerosa compañía chileno-francesa. Recuerdo haber cronometrado quince minutos de aplausos ante el despliegue de talento que regaló a los espectadores pacenses "Malasangre". Nos emplazamos con Mauricio a explorar posibilidades de colaboración en el futuro. Y, en 1998, llegó el futuro.


La fusión con Karlik Danza-Teatro en este proyecto implicaba otorgar a esta disciplina artística un papel protagónico y así llegamos a un acuerdo con David Pérez Hernando y Cristina D. Silveira en el que David asumiría la producción ejecutiva con Manuela Vázquez en labores de coordinación y Cristina el rol de coreógrafa bajo la dirección de un coro de bailarinas en manos de Mauricio Celedón. Realizamos unas sesiones de selección de intérpretes del coro en las instalaciones de la Escuela de Danza de Karlik en Cáceres y estas fueron las elegidas: Victoria López (por aquel entonces, miembro de Karlik), Ana Carmen Fernández, Inmaculada Corral, Paloma Soto, Nazaret Laso, Bea Márquez, Belén Torres, Elena Lucas y Nieves Rebolledo (la actual Bebe) como corifeo. Cristina formaría también parte del coro e interpretaría el papel de Glauce, la amante de Jasón. 


El reparto estaría integrado por María Luisa Borruel (Medea); Miguel Gallardo (Jasón); Alfredo Guzmán (Creonte); Carlos Sarrió (Egeo) y Beli Cienfuegos (nodriza). El apartado técnico-artístico lo conformaron Helena S. Kriukova (diseño de escenografía y vestuario); Juan Carlos Gallardo (diseño de iluminación); Mariano Lozano (composición musical); Pepa Casado (caracterización); Jacinto Bravo (regidor); Tony Martín (ayudante de dirección) y Eugenio Amaya (dirección). La música, interpretada en directo, contaba con la participación del Lewis Trío (Ricardo G. Lewis, violín; Iván G. Lewis, teclado; Yelsi Heredia, contrabajo; Lorenzo López, percusión y Rosario Sánchez, voz). 


Fermín Cabal, autor de la versión, comentaba en el prólogo a los textos de "Electra" y "Medea" publicados en la colección Espiral de la Editorial Fundamentos: "Creo que hay en el texto (de 'Medea') una dureza emocional, algo tremendo, cortante, durísimo, que llega al público con enorme contundencia". Ahí estaba el quid de la cuestión. Nos enfrentábamos a la crudeza de la tragedia griega por antonomasia, sin edulcorantes, a lo bestia, en busca del arquetipo a ver si llegábamos. 


El desafío era encontrar el tono esencial que desprendían los textos originales y la versión de Fermín Cabal. Síntesis e intensidad expresiva en la luz, la elegante caracterización de Pepa Casado y el sobrio espacio escénico, resaltados por el estilizado e impactante vestuario de la Kriukova, la "segunda piel de los intérpretes", como suele decir la artista ruso-rumana afincada en Madrid, hoy profesora de la RESAD. Conciliar lo épico-trágico con sentimientos, pasiones y obsesiones reales. Como siempre, la verdad escénica, sin etiquetas. 


El trabajo de Mauricio Celedón con el "cuerpo de baile", aparte de integrar la danza y la música en directo en la narración dramática, aportaba al montaje una textura hipnótica y sensorial que encandiló al público y mereció el reconocimiento de la crítica. Escribió Nieves Ibarrondo en el Periódico de Extremadura: "Una síntesis entre lo ancestral y moderno...De esta forma, la fantástica coreografía -de caras y cuerpos porque el trabajo expresivo de las bailarinas es excepcional- ideada por Mauricio Celedón, funciona como un mal sueño que persigue a la protagonista, dibujando para los espectadores la angustia reconocible de una extranjera en un mundo de nadie". A su vez, Diana Carmen Cortés reseñó en el mismo periódico: "La versión de Cabal está bien resuelta, sintetiza los hechos más relevantes eliminando situaciones y personajes prescindibles…haciendo que la obra sea más verdadera que declamatoria….María Luisa Borruel aporta talento, oficio y civismo en proporciones equilibradas, amén de un inmenso amor a su trabajo. Con iguales características positivas resaltan los roles del equipo de actores y bailarinas…El equipo de baile se destaca por mérito propio y por mérito de Mauricio Celedón donde se aprecia una disciplina sobria, bella y estilizada…”


Los buenos resultados siempre llegan cuando hay armonía, entendimiento, fricciones superadas con un diálogo reposado y las condiciones idóneas para desarrollar el proceso creativo sin interferencias ni sobresaltos. Esto, Aran Dramática y Karlik lo teníamos muy claro antes de que dieran comienzo los ensayos. Establecimos el cuartel general en Cáceres donde utilizamos las salas de la Escuela de Danza de Karlik para luego trasladarnos al Palacio de Congresos de la ciudad que la Consejería de Cultura había puesto a nuestra disposición. Mauricio y quien escribe manteníamos una constante comunicación, análisis de lo realizado, propuestas que surgían durante los ensayos, soluciones a los problemas de continuidad narrativa, etc. Todo ello para no sucumbir a la tentación de ir cada cual por su lado (actores y bailarinas) y empastarlo todo al final, deprisa y corriendo. Mención especial a la genial composición musical de Mariano Lozano y a la ductilidad y maestría interpretativa de los cinco músicos.


Nuestra "Medea" disfrutó de una calurosa recepción por parte del público que asistió a las representaciones del Festival de Mérida. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el promotor de que las compañías extremeñas tuvieran presencia en el Festival, se mostró satisfecho y orgulloso. La fusión de teatro, danza y música en directo resultó poderosa y sobrecogedora. Supimos transmitir la peripecia arquetípica de una mujer acosada por sus pares, traicionada por su cónyuge, expulsada de su tierra y poseída por la sed de venganza. ¿Qué más se podía pedir? Pues, una gira nacional.



Desde antes de aterrizar en el Teatro Romano, el equipo de producción y dirección habíamos decidido contemplar la posibilidad de una versión para teatro cerrado del espectáculo. La adaptación del espacio escénico sería funcional y estéticamente sintética: conservaríamos la plataforma central con sus escalones que estaría flanqueada por dos tules transparentes bien tensados a cada lado, detrás de los cuales se asomarían, de vez en cuando, los personajes y la vocalista Rosario Sánchez. En el reparto hubo cinco sustituciones, ni más ni menos, es lo que tienen las giras: José Luis Díaz por Miguel Gallardo; Antonio Sarrió y Alberto de Miguel por Carlos Sarrió; Memé Tabares por Beli Cienfuegos y la incorporación de la bailarina María José Cid. Cristina D. Silveira asumiría la dirección coreográfica y quien firma, la supervisión y mantenimiento del montaje en su totalidad.


Tras nuestro paso por la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo, el director del Teatro Barakaldo, Gonzalo Centeno que supo valorar la calidad de "Medea", nos facilitó desinteresadamente los contactos necesarios para una gira por el norte (Vitoria, Pamplona, Gijón...). También entramos en la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid, el Festival de Peñíscola, la Red de Teatros de Extremadura, el teatro Goya de Barcelona y el Festival de Castillo de Niebla. En éste último, aparte de los parabienes para el espectáculo y sus distintos componentes artísticos ("Medea, probablemente, la mejor obra de teatro del Festival de este año"), el crítico de La Voz de Huelva, Luis Mariano, destacó el trabajo de la protagonista: "María Luisa Borruel, actriz que resucitó para el público de Niebla a Medea durante la hora y cuarto que duró la actuación, consiguió darle a cada palabra de su extenso texto la entonación y la cadencia perfectas. Desde el primer momento tejió una red invisible con la que abrazó al público y a través de la cual transmitió diáfanamente todos sus sentimientos y pensamientos."


"Medea" fue un viaje amable e intenso de dos compañías de la región bien avenidas y respetuosas de sus respectivos talentos y capacidades. Confirmó que el teatro extremeño, en igualdad de condiciones, era capaz de suscitar el interés y la curiosidad de los espectadores del Festival de Mérida por la creación regional. De hecho, a continuación, el Festival, en los años 2000 y 2001 programó dos espectáculos de compañías locales (Teatro del Noctámbulo y La Estampa con "Sueño de una Noche de Verano" de Shakespeare, taquillazo, y "Las Parcas" de Samarkanda y Karlik en el anfiteatro colindante) que disfrutaron de una gran acogida de público y crítica. No pretendo resultar petulante, pero estoy convencido de que "Electra" y "Medea" abrieron el camino.




"Oh, alma mía. Es la hora de partir," decía Medea al final del espectáculo. Llegado el momento de nuevas aventuras, nos despedimos de "Medea" con la satisfacción de haber construido una obra bien hecha. Habíamos encontrado en el Teatro Romano de Mérida un santuario que nos invitaba a crecer, a ser más audaces, a respetar el influjo de las piedras milenarias y establecer con el público del Festival una complicidad profunda y directa. El "marco incomparable" lo magnifica todo, también los momentos felices de resultar útil y grato a los demás bajo las estrellas. 

Eugenio Amaya















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